Cada persona posee en su piel flora bacteriana, y que es propia de cada persona. De esta forma se puede atrapar por ejemplo a un ladrón que entre en una vivienda y manipule el ordenador sin guantes pero sin dejar huellas ni su propio ADN, sin embargo el ADN bacteriano se ha quedado en el teclado.
Según los expertos esta secuenciación genética bacteria tiene muchas ventajas, como la omnipresencia bacteriana y la resistencia de la mayoría de cepas. Por ello, esta técnica se usa sobre todo en casos de terrorismo y drogas.
El ADN animal o de plantas también ha servido para detener a numerosos criminales, como fue el caso de una muerte violenta en la que los investigadores consiguieron incriminar al asesino ya que se encontraron pelos del perro de la víctima en una camiseta del sospechoso.
Con éstas ya van tres los tipos de huellas: la dactilar o lofoscópica, la genética y la bacteriana/animal/plantas.
Fuente: Periódico ABC. 14 de febrero de 2011
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